sábado, 14 de mayo de 2011

Entrevista. Melania Glez. 2º A Bach.



Esta entrevista se le ha realizado a Ricardo González Rancel, mi abuelo, nacido en 1934 aquí en Tenerife, en San Isidro, dos años antes de que estallara la Guerra Civil Española. El entrevistado ha accedido a contarnos como era el día a día de la época, en cuanto a cómo se alimentaban, como vestían o como pasaban el tiempo libre.
¿En qué año nació usted y dónde?
- Nací en 1934, en San Isidro, aquí nací, me crie y he vivido toda mi vida. Aquí no había más de tres o cuatro familias, en las décadas de los 30, 40 y 50 se podía dejar la puerta abierta que nadie nunca te robaba, nos conocíamos entre nosotros y había más respeto del que hay hoy en día.
¿A qué se dedicaba su familia cuando usted era niño?
- Pues en ese tiempo se trabajaba en lo que se podía, básicamente en la agricultura, en el tomate, concretamente. Aparte mis padres también eran ganaderos de cabras. Era una familia humilde y numerosa, en total éramos 12 miembros en casa, entre mis padres, mis nueve hermanos y yo.
¿Fue usted al colegio?
-Fui al colegio a los siete años, pero solamente curse un año. Pero el colegio no tenía tanta importancia como la tiene ahora y muchos dejaban de estudiar desde muy jóvenes para empezar a trabajar. Yo con 11 empecé a trabajar en la agricultura, en el sector del tomate también. Era lo único que había para trabajar en aquella época aquí en San Isidro, acababan de abrir una plantación de tomates en el pueblo. Aunque unos años más tarde, ya con 20 años empecé como camionero y desde los 40 años más o menos hasta que me retiré fui taxista.
¿Cómo era el día a día de su infancia?
- Allá por la década de los cuarenta, la comida normal para todos los días solía ser gofio y potaje con queso y leche de cabra, aunque eso no era siempre así, pues algunas veces había para comer y otras escaseaba la comida. Mis padres tenían en la parte alta del pinalete (Charco del Pino) dos o tres terrenos en los cuales tenían arboles de los que recoger fruta a veces. La ropa en los años 40 era normalmente hecha a mano, aunque también podías comprarla en Granadilla, ya que no había tiendas de ningún tipo en San Isidro, excepto alguna de víveres. En cuanto al transporte público no existía, los que no tenían medios propios para desplazarse iban caminando a todos los pueblos cercanos.
Cuando era ya más adolescente, ¿cuál era el ocio del momento?¿A qué dedicaba el tiempo libre?
- Pues ya en la década de los cincuenta cómo hobbi de aquellos años estaba el cine de San Antonio en Granadilla al que íbamos una o dos veces a la semana , si se podía y también estaban los carnavales de la época y los famosos bailes algunos sábados, con la orquesta que estaba formada por dos guitarras y una u.
Y sin transporte público, ¿cómo iban hasta el cine en Granadilla o al baile?
- Nos reuníamos un grupo de amigos e íbamos caminando y con los zapatos en la mano para no estropearlos. Llevábamos un mechón, que era una lámpara de gas para poder ver el camino por la noche y al llegar lo escondíamos detrás de alguna aulaga. Nuestras madres siempre para el camino nos solían dar un huevo guisado o chochos.
¿Cómo recuerda la época de Franco?
-Respecto a Franco, no recuerdo mucho la verdad, pero se pasaron muchas necesidades y mucha hambre después de la guerra Civil. Tuve que realizar el servicio militar a los 21 años, en Villaverde (Madrid), donde estuve 14 meses.
Y las celebraciones familiares, ¿cómo las recuerda?
-Pues las navidades, por ejemplo, se celebraban en familia con lo poco que había, en el día de reyes nosotros mismos nos fabricábamos nuestros juguetes, carritos de madera para jugar, ese era nuestro regalo. Los cumpleaños no se celebraban.
¿Tiene alguna anécdota curiosa de su juventud? Que refleje por ejemplo el cambio que ha dado el comportamiento social con el paso de estos años.
-Recuerdo que una vez, en la época en la que estaba yo pretendiendo a mi mujer, estábamos en un baile y por aquel entonces no se podía ni dar un beso en público porque estaba muy mal visto, por lo que mi madre me seguía para evitarlo y en un intento de darle un beso a la que hoy es mi mujer, mi madre que estaba vigilándome, me sorprendió y tuve la mala suerte de caer en una penquera.

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